domingo, 28 de noviembre de 2010

El concepto japomex une a jóvenes talentos...

Artistas de México y Japón se unen en una exposición que muestra un mundo lleno de contrastes, color y sentido del humor que fusiona a ambas culturas ancestrales

PROPUESTA. Kenta Tori logra plasmar miradas de asombro y mucho colorido (Foto: RICARDO HERNÁNDEZ EL UNIVERSAL Y CORTESÍA )

    Domingo 28 de noviembre de 2010 Gerardo León | El Universal


    Sin duda, alguna vez, todos en nuestras vidas nos hemos sentido un guerrero ninja, y mexicanos ochenteros no podríamos olvidar la imagen de la señorita Cometa con su tache en la mejilla, compartiendo muchas aventuras con su mascota Chivigón en la tele.
    La cultura y tradiciones japonesas han estado presentes como parte de nuestro dirario acontecer desde que muchos éramos niños hasta nuestros días.
    El intercambio cultural entre Japón y México ha sido constante, y actualmente algunos creativos se han dado la tarea de llevar a las artes las coincidencias que existen entre las ideologías y tradiciones de estos dos países tan lejanos entre sí.
    Así surge la exposición Japomex, que en su título lleva todo el contexto con el que fue creada, y que se instala en la galería Parada 54 de la colonia Polanco hasta el 25 de diciembre.
    En este sitio, que además de promover arte emergente es un interesante y original lugar para disfrutar de una buena copa de vino en su terraza estilo retro, recibe las creaciones de 10 artistas mexicanos y japoneses que intercambian pensamientos e ideologías a partir de la creación.
    “Esta muestra surge a partir de mi experiencia y contacto con la comunidad japonesa en México; pero más que hacer una fusión, lo que busco es el sincretismo final que surge de la unión de dos culturas aparentemente opuestas pero que tienen algunos puntos de contacto. Es un encuentro entre dos sitios distantes que sucede a partir no sólo de las coincidencias sino a partir de las diferencias”, dijo el curador Sergio Gómez-Tagle.
     
    En la búsqueda del punto medio
    El encontrar los puntos de contacto a nivel artístico-plástico y, sobre todo, el llegar a las mismas emociones a partir de diferentes aproximaciones, es uno de los objetivos de Gómez-Tagle.
    “Al llegar a un punto medio es muy simbólico lo que sucede, lo que encuentro de característico entre estas dos culturas y lo que hace que haya un encuentro final a partir de la obra, es la intensa pasión que existe, son dos pueblos sumamente apasionados que llegan a las mismas emociones pero que se expresan de manera distinta y al utilizar temas y técnicas en su arte surge el sincretismo”, expresa el curador.
    El proceso curatorial se basó en una selección de propuestas contemporáneas y no tan tradicionales.
       
    Creaciones de dos mundos opuestos
    Así se logra conjugar el trabajo de Yoshihiro Koitani, Yupica Gaiano ´Yukkunn, Kenta Torii, Hiroshi Okuno, Junpei Ueda, Satoji Matoba, Antonio Diaz-Cortés, Fernando Montiel Klint, Diego Pérez, Tadashi Baba y Akira Dj.
    Sergio explica que el reto de crear esta curaduría fue encontrar el punto de contacto que él y los artistas llaman Japomex, y que no fueran japoneses haciendo obras sobre México o mexicanos intentando lograr técnicas japonesas.
    “Lo que buscamos es ese punto medio, el momento en que se colisionan ambas culturas en una obra de arte”.
    Participan siete artistas japoneses, tres importantes artistas mexicanos y dos dj’ s nisei que significa de padres japoneses pero nacidos en México.
    Dentro de la muestra destaca el trabajo del artista Antonio Díaz Cortés quien realizó un doctorado en la Universidad de las artes de Tokio y emplea la técnica japonesa de grabado llamada washi zoo kei que es la utilización de fibras y tintes naturales de Japón; él la reinventa pero con complementos mexicanos.
    Agrega papel mexicano como el amate (el equivalente del washi zoo kei) y emplea cabello humano. Éste se hierve para quitar los gérmenes y que la obra no llegue a un proceso de descomposición, se lava y se licua y luego se agrega al papel molido y con un proceso de goteo y colorantes se llega a la composición final de cada pintura, donde aparecen diferentes formas geométricas y colores.
    Integra ingredientes mexicanos que dan color como la cochinilla, el negro lo da su cabello. Él ha tenido más de 150 exposiciones alrededor del mundo.
    Por su parte, Kenta Tori integra diferentes técnicas en su trabajo.
    Su obra es reconocida por los ojos expresivos de los personajes y por el uso de la espátula con la que logra una expresividad muy intensa.
    Además, está el fotógrafo Fernando Montiel cuyas creaciones han sido adquiridas en todo el mundo. La obra que presenta es un estudio sobre el zen y la ha denominado Haiku, que es buscar la tranquilidad en una ciudad como ésta, tan caótica y con personajes desnudos en un espacio confinado, llegando al resumen absoluto de la paz que es el llamado Haiku, en japonés.
    “Japón es un país de vanguardia; hay experimentos muy interesantes que están sucediendo en la escena artística japonesa, desde el desarrollo extremo de las técnicas tradicionales hasta el uso de las útimas tecnologías, el bioarte, enviromental art, cine expandido, el videoarte... Es muy interesante el fenómeno que también sucede en México de la transterritorialización y que se están rompiendo los arquetipos clásicos de cada cultura para enriquecerse.
    “Evidentemente la diversidad nos enriquece y en Japón se está quedando atrás la tradición de Akira Kurosawa, el anime, el manga, el thai para llegar al arte que ya no se le llama contemporáneo. Se trata de que el futuro es hoy y es muy interesante el camino que están trazando los japoneses, que no sabemos a donde nos va a llevar; pero me entusiasma mucho recorrerlo”, expresa el curador.
     
    Perspectiva mexicana
    El artista Diego Pérez crea un resultado irónico y con sentido del humor; representa en un cuadro dos japoneses con kimono parados en la plancha del Zócalo y hay un mexicano haciéndoles una limpia con copal, pero lo que sostienen ellos en las manos es una bolsa de cacahuates japoneses (de la marca Karate), que allá no se conocen. Esos productos que son muy mexicanos pero que tienen una influencia y una bagaje cultural muy importante es lo que el artista rescata y lo lleva a una original y diferente obra plástica”.
    El entrevistado habla de la influencia de Japón en nuestro país. “Todos vimos Mazinger Z o Señorita Cometa; todos fuimos al karate y vimos sus películas; alguna vez hemos dicho sayonara, arigato o nos hemos sentido ninjas. México ha mandado a Japón a Amalia Hernández, Frida Kahlo y a Armando Manzanero”.

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