Te convertiste en padre por primera vez a los 21. Tu hijo cabía en tu antebrazo, siempre comento a los amigos. Pero tu orgullo no cabía en ninguna parte. Tu sonrisa iluminaba el rostro de tu hijo, que dormía tranquilo en tus brazos, como si supiera que tu lo protegerías siempre.
Recuerdo que cuando Mundito tenía ya dos años, le comprabas camioncitos y les atabas un hilo. Y caminabas con él hasta la plaza, mientras le mostrabas el mundo que algún día tendría que enfrentar sólo.
Después, llegó Néstor, y nuestra familia quedó completa a los 25. Hoy tenemos casi cuarenta, y nuestros hijos se han vuelto unos hermosos robles, con raíces profundas y ramas que quieren tocar el cielo.
Pero aún recuerdo cuando Mundito cumplió seis años, tu lo llevaste a la escuela, y lo alzaste en tus brazos para que tuviera confianza de quedarse. La que lloraba era yo, pero me consoló diciendo: no llorés mamá, solo va a ser un ratito que te vas a quedar sola.
Hoy, esa confianza que tu ejemplo le dió ha dado frutos. Mundito ya terminó el bachillerato, con un excelente promedio y se prepara a levantar el vuelo.
Por ese amor a mis hijos, te doy las gracias....
Por ser el mejor padre del mundo.
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