Mediáticamente, nos acostumbran al caudillismo presidencialista en los gobiernos locales: El Presidente Municipal inauguró tal obra….El Presidente Municipal otorgó aquél apoyo…El Presidente Municipal gestionó estos recursos….
Sin embargo, nuestra empolvada Constitución Veracruzana nos recuerda quien es quien en el ejercicio del poder municipal:
Artículo 68. Cada municipio será gobernado por un ayuntamiento de elección popular, libre, directa y secreta, integrado por un presidente, un síndico y los demás ediles que determine el Congreso, y no habrá autoridad intermedia entre éste y el Gobierno del Estado. Sólo los ayuntamientos, o en su caso, los concejos municipales, podrán ejercer las facultades que esta Constitución les confiere.
Además, aceptamos tácita y expresamente que, en cada municipio, no se levanta ni un suspiro si el Presidente Municipal no lo consiente: Disculpe, no podemos otorgarle el apoyo por que el Presidente no se encuentra….No hay quien autorice la salida del recurso, el Presidente anda en Xalapa….Es que el Presidente no autoriza aún la entrega del apoyo…etc…etc…etc…
¿Y dónde queda el mandato constitucional antes citado? ¿El Síndico y los Regidores son meras figuras decorativas? ¿A quienes elegimos para gobernarnos?
Confundimos sin duda, la gimnasia con la magnesia. Una cosa es el sistema presidencialista de nuestros ilustres gobiernos federal y estatal y otra muy distinta el parlamentarismo municipal. Bueno, al menos así debería de ser según lo prescribe nuestra Constitución Local. Sin embargo, culpa del ciudadano no es. El propio órgano local electoral promueve la burrada electorera: elecciones del Presidente Municipal, cuando lo legal y correcto debería ser. Elecciones de Ayuntamiento.
Así que, tendremos que sufrir otro periodo de gobierno municipal basado en principios políticos erróneos: el presidencialismo nos empuja a la toma de decisiones unilaterales, el parlamentarismo finca una responsabilidad de gobierno compartida y basada en los intereses del pueblo, no en los intereses del presidente.
Esperemos que maduremos políticamente, y que en Veracruz, algún día, haya elecciones libres, directas y secretas de Ayuntamientos de verdadera representación popular, que promuevan y gobiernen bajo los intereses de sus electores. Veracruz no debe seguir por la ruta del presidencialismo municipal, que sólo nos está conduciendo al autoritarismo y parálisis del desarrollo social y comunitario de cada municipio veracruzano, pues mientras gobierne una sola voluntad, no habrá quien la frené con el dique del interés colectivo y seguiremos sufriendo gobiernos municipales de ocurrencias aplaudidas y solapadas por los “representantes del pueblo”. El color da lo mismo, la perversión en la toma de decisiones es lo que los distingue.
Usted apreciable lector ¿Qué opina?
Hasta la próxima.
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