miércoles, 18 de mayo de 2011

Piden criminalizar el pago de sexoservicio para abatir la trata...

Especialista asegura que ese modelo ya se aplica en Suecia; en EU al año, son prostituidas 18 mil mujeres de Latinoamérica y Asia

Georgina Olson
CIUDAD DE MÉXICO, 18 de mayo.- La trata de personas es un problema que ha adquirido dimensiones gigantes, un ejemplo es Estados Unidos, en donde cada año son prostituidas de 15 a 18 mil mujeres latinoamericanas y asiáticas.
Sin embargo, una forma eficaz de acabar con ese delito sería “criminalizar a los que pagan por tener sexo y no a las mujeres que son obligadas a prostituirse”, aseguró Lori Cohen, del Centro de Servicios Legales para Mujeres Abusadas, del Santuario de Familias de Nueva York, en un encuentro con medios mexicanos.
“Hay que entender el factor de la demanda: sin demanda no hay oferta. En Nueva York estamos empezando a usar el modelo de Suecia”, y explicó que en esa nación es delito pagarles a otras personas para tener sexo con ella y eso ha llevado a que la prostitución baje en 60%.
Insistió en que “hay que educar al público, hacerles saber que las mujeres tienen derechos humanos básicos y enseñarles a los jóvenes que es un abuso de derechos humanos comprar a una persona”.
Para eso hay que ponerse en los zapatos de una mujer que es llevada con engaños a Estados Unidos o a México, con el fin de prostituirla. Les prometieron un empleo como mesera, cuidando niños o cocinando en un restaurante y al llevar al país las despojan de su dinero y documentos y las obligan a prostituirse.
Otra estrategia de los tratantes es establecer contacto por internet, fingir que tienen un interés en ellas y hasta proponerles matrimonio.
Ellas viajan al país del supuesto “novio” y la decepción y el impacto es tremendo cuando se dan cuenta que en realidad cayeron en una red de prostitución.
“Se encuentran en un país desconocido, sin hablar el idioma y sin conocer a nadie”.
De acuerdo con el FBI cada año entre nueve mil 500 y 14 mil 500 mujeres son captadas por los traficantes de mujeres en Estados Unidos cada año. Ese fue el caso de Belén, una mujer venezolana.
Su novio se fue a Estados Unidos, le dijo que le iba muy bien y que ya le había encontrado trabajo a ella, llegó a la Unión Americana, el novio que le había pagado el pasaje del avión, le quitó el pasaporte y dinero, y le dijo que ahora ella le debía dinero y la obligó a prostituirse.
Después de vivir experiencias terribles Belén ha sido rehabilitada por el Santuario de Familias; ahora se dedica a dar pláticas a las mujeres sobre sus derechos. “Los traumas que viven estas mujeres son tremendos”, dijo Cohen.
Narró que las mujeres que llegan a pedir ayuda a su centro fueron golpeadas por sus proxenetas, violadas, amenazadas, despojadas de pertenencias y viven en un estado de miedo.
En su mayoría, las víctimas son mujeres de familias pobres, pero se dan casos de mujeres de clase media. Algunas vienen de familias con problemas de violencia intrafamiliar y o víctimas de abuso sexual.
En el Santuario de Familias en Nueva York les otorgan atención médica, sicológica e incluso les ayudan a tramitar la visa T exclusiva para personas que fueron víctimas de “trata extrema”.
Cohen destacó que en la Unión Americana un instrumento útil contra la trata de personas es el número 311 al que cualquier persona puede llamar las 24 horas del día para denunciar.

1 comentario:

Oscar Fuentes Ochoa dijo...

Discrepo con el enfoque:

Primero, criminalizar cualquier actividad la hace más atractiva a los consumidores (y si en Suecia funciona es por el nivel educativo, donde las leyes SÍ se aplican y SÍ se respetan, cosa que ninguna de las dos sucede en México).

Segundo, ¿y si alguna mujer decide prostituirse por libre voluntad? ¿Acaso el Estado tiene derecho a decirte qué puedes hacer y qué no con tu cuerpo, cuando es producto de una decisión libre y autónoma, y conciente de las consecuencias del acto? ¿Cuantas prostitutas ejercen su actividad por el simple gusto de hacerlo, ya que así ganan dinero para ellas y sus familias?

No, no es por ahí el enfoque. Los gringos son, en ese sentido, de doble moral, pues desean penalizar el consumo de un acto que genera placer basados en estándares morales propios de la religión protestante. La solución es a largo plazo (y por lo tanto, no es barata): educación, educación y educación. Quien tenga sus valores morales y éticos bien fundados sabrá decir NO y rechazar ser sometida a una condición de bajeza y humillación (para que haya un agresor debe haber alguien que se deje agredir; si nadie se deja agredir, no hay agresor).

Saludos.