domingo, 29 de mayo de 2011

Leonora, en una gran casa tus esculturas esperan silenciosas...

Cientos rindieron sentido homenaje a la artista en el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes
Gabriel y Pablo Weisz, hijos de Carrington, leyeron emotivos textos para evocar a la pintora
Sólo la sabiduría del subconsciente nos permite acercarnos a su deslumbrante luz
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Ceremonia en honor de Leonora Carrington, en el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes. En el centro, Pablo y Gabriel Weisz, a cada lado de Teresa Vicencio, titular del INBA Foto José Antonio López
 
Merry MacMasters
 
Periódico La Jornada
Domingo 29 de mayo de 2011, p. 2
Con ostensible dolor y un nudo en la garganta, los hijos de Leonora Carrington (1917-2011), Gabriel y Pablo Weisz, rindieron un emotivo tributo a la pintora, escultora, grabadora, escritora, dramaturga y escenógrafa surrealista –fallecida el pasado miércoles 25 y enterrada en el panteón Británico– en el homenaje póstumo que se le ofreció ayer en el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes, donde fueron acompañados en su pesar por cientos de amigos y admiradores.
Tanto en la explanada como en el vestíbulo se exhiben 18 de sus obras escultóricas, las cuales permanecerán 15 días. A cada cédula la acompaña un moño negro.
Ante una enorme fotografía de su madre, Gabriel, el poeta y escritor, leyó el texto Para Leonora, para los que quedamos, mediante el que desnudó sus sentimientos: “Es tarde en la noche de los mitos de barro, de los rituales de pinturas al óleo, de caseína, de las esculturas de alambre y de cemento, de esas muñecas de trapo que bordaste con objetos tan misteriosos, con sus cabezas de peyote.
“La noche ha caído sobre esas manos que crearon mundos que ahora nos dejas para que podamos habitar nuestros espacios inhabitados. El astro brilla escupiendo los colores fantasma que pintaste. Colores que parecían ser vistos bajo el agua. La vida que tuviste en tu obra quedará sin palabras. Porque son palabras-imagen, que sólo se escuchan con las orejas de nuestra profundidad.
“Cuántas veces escribí cosas para comentarlas contigo. Pero esas palabras eran invisibles, se quedaron nadando en los cuadernos que llenaba. Rodeada por esa ferocidad de los mares del norte. Regresas a esos lugares que tanto añoraste con tus perros y tus caballos. O recorres las tierras sedientas, con cactos curanderos, y rodeada de tus gatos legendarios en estos lugares en los que muchos de nosotros te quisimos tanto.
“¿Cómo vamos a quitarnos este dolor que nos atrapa las gargantas? De esas oleadas de dolor, como las describe mi hermano Pablo, como las sienten Patricia y Wendy. Nuestras maravillosas compañeras y sus nietos que tanto la van a extrañar. Se abre un paisaje muy lejano que llena las fronteras de un lienzo. Y en una gran casa tus esculturas esperan silenciosas. Tal vez abran sus labios para decirnos algo, pero sólo si tenemos el valor de silenciar los volcanes de nuestras conversaciones, de las palabras que tenemos con nuestros monstruos.
Qué difícil será ver cómo desaparecerá tu rostro de la memoria viva, pero que fortuna recordarte como una presencia que no vamos a perder. Porque si perdemos eso, la sustancia de ese ser tan extraordinario que fuiste, habremos perdido una parte de nuestra capacidad de sentir. La noche cubre los mitos del barro. No olvidaremos lo que nos diste con tu existencia.
A Pablo, el pintor y también médico, le costó mucho más trabajo leer su texto, incluso, al final, Martha Patricia, esposa de Gabriel, tuvo que reconfortarlo: “Los que te conocieron, Leonora, sólo conocieron una parte de tu ser extraordinario, inimitable, humilde y generosa. Cada mil años las constelaciones se alinean para dar luz a un ser extraordinario como tú, viniste y alumbraste con tu luz cegadora y nos dejaste.
“Contrariamente a otros, dejaste una marca indeleble para gozo de nosotros los que quedamos. Como madre fuiste tierna, entrañable. Con tu arte dejaste al mundo perplejo y preguntando ‘¿qué quiere decir esta imagen? La reconozco en mi ser, pero qué querrá decir?’ Los misterios del subconsciente y la magia de tus imágenes fueron compuestas por ti en la ecuación perfecta de la media de oro y nada más.
A los presentes, los ausentes y a los que serán no crean que con libros inexactos la conocerán. Sólo la sabiduría del subconsciente nos permite acercarnos a la deslumbrante luz de Leonora.
Teresa Vicencio, titular del Instituto Nacional de Bellas Artes, pidió un minuto de silencio en honor de Carrington, cuya reciente pérdida cubre de luto el arte mexicano y universal. Comunicó que por razones de agenda no pudo asistir Consuelo Sáizar, presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, y agradeció su iniciativa en estos preparativos.
La homenajeada, continuó Vicencio, “perteneció al conjunto de artistas europeos que llegaron a México hacia 1939 –empujados por la Segunda Guerra Mundial–; un grupo heterogéneo, crítico y arriesgado, que influyó en el entorno intelectual mexicano y a los que nuestro país acogió aportando sus obras igualmente un nuevo punto de vista”.
Se congratuló de que en 2005 el INBA entregó a Carrington la medalla de Bellas Artes y que ese mismo año montó Universo de familia, en el Museo del Palacio de Bellas Artes, muestra íntima con su obra escultórica más reciente, fotografías de su marido Emérico Weisz, poemas de Gabriel y pintura de Pablo.
Isaac Masri, promotor cultural, detalló sus casi 20 años de trabajar con Carrington. Recordó que apenas el pasado 9 de abril se festejó el cumpleaños 94 de la artista con la apertura de una exposición de 10 esculturas inéditas en Centro Cultural Estación Indianilla, donde ahora se ha colocado un altar.
Entre los asistentes al homenaje estuvieron la escritora Elena Poniatowska, la embajadora de Gran Bretaña en México, Judith MacGregor, los secretarios de Educación y Cultura nacional y del Distrito Federal, Mario Delgado y Elena Cepeda, respectivamente, Mari Jo Paz y la pintora Joy Laville.
María Rojo, presidenta de la comisión de cultura del Senado, adelantó que éste órgano ha propuesto, por unanimidad, que a Laville, amiga íntima de Leonora, se le otorgue el Premio Nacional de las Artes 2011, que ha sido muy bien vista. Incluso, firmó Gabriel García Márquez para que esta petición llegue a las más altas autoridades, aparte de otras firmas importantes.

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