TIENDA DE RAYA
En abril de 2012, la Comisión
Nacional de Derechos Humanos estableció que en México hay 26.8 millones de
hogares en situación de violencia doméstica. Aproximadamente, según el último
censo del INEGI, en nuestro país habemos un poco más de 112 millones de
mexicanos. Considerando que en cada hogar en México hay una madre como parte de
una familia, podríamos afirmar que una cuarta parte de la población femenina
mexicana sufre violencia familiar. Es decir, al menos en casi 27 millones de
hogares, hoy 10 de Mayo, en vez de pastel, mañanitas y abrazos, habrá golpes,
insultos y maltrato.
Desafortunadamente, muchas madres
mexicanas, que escogieron la opción del matrimonio como la vía para consolidar
una familia, han tenido que aguantar “su cruz” por muchos años, muchas veces
con un marido holgazán, al que hay que hacerles “sus chilaquilitos pa la cruda”
con tal de evitar otra golpiza, o que el furibundo esposo le tire por los
suelos la olla de atole y tamales que venderá muy temprano, para sacar al menos
pa´l gasto diario.
Estas mujeres casadas, a pesar de
las condiciones en que sobreviven, reciben poco o nulo apoyo de programas
sociales. Si van a pagar el predial, encontrarán anuncios de descuentos
especiales para personas de la tercera edad o para madres solteras, pero para
ellas, nada. Programas de nutrición, festejos del día del niño, promociones
especiales sólo para hijos de madres solteras, pero para sus hijos, hijos de
matrimonio, institución básica y celular de nuestra sociedad, nada.
Bueno, rectifico. Si hay apoyos
para madres casadas. Son los programas del DIF y otras instituciones para la
atención de la violencia familiar. Si corren con suerte, una vez que lleguen
bien madreadas, que se les noten los moretones por lo menos, les darán asesoría
legal y una despensa. Y tal vez un curso de manualidades o talleres con
material reciclado. Y de regreso a la casa, a seguir sufriendo violencia,
porque no hay de otra.
¿Qué propongo? Que toda mujer que
es madre, con necesidad y talento como lo son la mayoría en México, debería ser apoyada, independientemente de si
es casada o soltera, viuda o divorciada. En sus manos está el evitar que los
hijos dejen de ir a la escuela, y que se formen como buenos ciudadanos. Toda
madre, por el simple hecho de serlo, debería ser considerada dentro de la
política pública, para ofrecerle servicios médicos y educativos de calidad.
Ellas deberían tener la prioridad en cualquier apoyo o programa de gobierno. No estoy en contra de las madres solteras,
aclaro, en lo que no coincido es que a ellas se les apoye más por la premisa de
que no cuentan con “un hombre en su vida” que las “mantenga”.
“Mantenidas” o no, todas las
madres deberíamos tener derecho a educarnos, a becas, a servicios asistenciales
y a ser reconocidas como pieza fundamental de una sociedad más justa. Por eso,
mi felicitación el día de hoy va para todas aquellas madres casadas, que detrás
de una estufa o de un escritorio, cocinan un mejor futuro para México.
Usted apreciable lector ¿Qué
opina?
Hasta la próxima.